En un estudio de I. Yalom sobre los factores curativos de la psicoterapia de grupo, los diez puntos, seleccionados entre 60, que parecieron más útiles a las personas que participaron en las sesiones de terapia fueron, por orden de importancia:
En un estudio de I. Yalom sobre los factores curativos de la psicoterapia de grupo, los diez puntos, seleccionados entre 60, que parecieron más útiles a las personas que participaron en las sesiones de terapia fueron, por orden de importancia:
El psicodrama es la primera forma de terapia de grupo que ha existido.
Fue concebida por el psiquiatra de origen Rumano J.L. Moreno (1889-1974) en Viena en 1921 y desarrollada por él y su equipo en Nueva York durante las décadas de los años 30 y 40.
Podemos definirlo como una forma de trabajo en grupo basada en la representación de escenas sin un guion previo. Utiliza las técnicas dramáticas del teatro y el desarrollo de la creatividad, pero con una finalidad terapéutica o pedagógica. Las situaciones sobre las que se trabaja no son sólo relatadas, sino que también se representan.
Cuando al discurso verbal añadimos el uso del espacio, del movimiento y la interacción corporal, se facilita la emergencia de emociones, la percepción del mundo interno y la toma de conciencia. La identificación de conflictos se logra con más rapidez y eficiencia que con técnicas únicamente verbales.
El psicodrama es también muy asequible. No requiere de instalaciones costosas ni de complejos medios técnicos o materiales.
Aunque para realizarlo se requiere formación, experiencia y supervisión se puede aplicar relativamente pronto, tras iniciar la formación. El aprendizaje de las técnicas básicas es sencillo y rápido. No se trata de ser actriz o actor.
Interactivo, el uso del movimiento, del cuerpo y del espacio prevalecen sobre el discurso verbal. Esto permite generar experiencias “en directo” con alto poder de generar cambios.
Participativo, la relación entre pares se pone al servicio de una construcción colectiva. La participación, la interacción y el protagonismo de las personas implicadas son elementos esenciales.
Concreto, permite focalizar, trabaja con situaciones concretas producidas en el aquí y ahora de la sesión, sin dar lugar a debates dialécticos, divagaciones, evasivas o especulaciones.
Espontáneo, y por lo tanto creativo y sorprendente. No parte de esquemas o modelos preconcebidos. No es un método directivo. No busca el adiestramiento de conductas predeterminadas (no es “rol-play”).
Simbólico, trabaja a nivel imaginario donde el espacio escénico se convierte en una auténtica “máquina de realidad virtual” que permite recrear la realidad y “jugar” muy diferentes situaciones: presentes, pasadas o futuras; reales o fantaseadas; temidas o deseadas.
Natural, porque todas y todos lo hemos usado alguna vez en nuestros juegos infantiles de forma espontánea. Por ello, no requiere un entrenamiento previo muy elaborado. Las personas se familiarizan rápidamente con las técnicas básicas utilizadas.
Rápido, porque la acción permite focalizar las intervenciones y vencer las resistencias en menos tiempo. Se accede a experiencias que rápidamente alcanzan la intensidad emocional necesaria para generar cambios psíquicos.
El Psicodrama tiene un alto poder movilizador, auténtico catalizador de los procesos terapéuticos. Por ello, hace aflorar con facilidad emociones intensas, sin embargo gestionar adecuadamente esta alta carga emocional resulta algo más complicado. La libre expresión de conflictos es una condición necesaria pero no suficiente para resolverlos.
Para aplicar el psicodrama con toda su potencialidad y en un contexto de seguridad necesitamos ampliar su marco teórico de referencia y recurrir a otras escuelas que permitan a la persona coordinadora:
El psicoanálisis nos facilita un marco que permite alcanzar todos estos objetivos.
Moreno nos brinda un método de intervención grupal que permite un rápido acceso al mundo emocional y sus conflictos, pero su teoría tiene limitaciones a la hora de explicar la psicopatología. El psicoanálisis nos brinda un sólido marco teórico de referencia que nos da explicación de la construcción del mundo emocional y sus conflictos, pero su clásico método de intervención tiene limitaciones en su aplicación. Cuando integramos las dos aportaciones, descubrimos un valioso instrumento capaz de dar respuesta a los retos que nos plantea la psicopatología y la complejidad de los problemas psicosociales actuales.